#HemosLeído: ‘Hermanito – Miñán’, un libro de Ibrahima Balde y Amets Arzallus

Hermanito – Miñán es un relato, una historia como solo la puede contar una persona que viene de la tradición oral, de esas que se transmitían antiguamente cuando ya había oscurecido, cuando las familias se juntaban alrededor del calor del fuego para contar y escuchar. Es una narración descarnada, sin arreglos ni florituras, que explica la verdad tal y como ha sido vivida por el autor.

El libro describe la historia de Ibrahima, un joven nacido en Guinea Conakri y que creció en una pequeña aldea del interior del país con su madre, su hermano y dos hermanas pequeñas. Su padre, en cambio, vivía en la capital, Conakri, donde trabajaba de forma muy precaria vendiendo zapatos en un puesto en la calle. Cuando Ibrahima cumplió trece años, su padre murió, y él se tuvo que marchar fuera de su país, a Liberia, para trabajar y mantener a su familia. Y se fue con una promesa para su hermanito: que con el dinero que iba a ganar trabajando le pagaría los estudios. Tres años después, su hermano, Alhassane, no pudo esperar a esa promesa que no llegaba porque Ibrahima ganaba lo justo para que subsistieran, y partió de su pueblo sin avisar a nadie para viajar hacia el sueño de una vida mejor en Europa.

Cuando Ibrahima se enteró, salió en su busca para convencerle de que podían seguir viviendo en su pueblo con su madre y sus hermanas, que no hacía falta buscar lejos. Aquí comienza el relato de la odisea personal de Ibrahima. En ese viaje se encuentra con traficantes de esclavos, compañeros que le ayudan a escapar, amigos que mueren en el intento, el desierto, el hambre y la sed, la solidaridad de algunas personas, pero el egoísmo y la inhumanidad de otras. Nos cuenta también la búsqueda desesperada de su hermano en las ciudades costeras de Libia y, al final, su desesperación al saber que se había embarcado en una patera que no llegó a su destino.

Es también un viaje interior, personal, en el que las esperanzas de un niño que sueña con conducir un camión y mantener a su familia con su trabajo se tornan en culpabilidad por no haber cuidado de su hermano y, por fin, en vacío y desesperanza. Cuando cruza la frontera hacia España, Ibrahima nos cuenta, se cuenta, que se siente un cascarón vacío, sin esperanzas, que avanza sin rumbo, por la única razón de no poder volver atrás, al lado de su madre, sin haber cumplido su promesa.

Es en Irún donde se encuentra con Amets Arzallus, un periodista y bertsolari vasco, laureado con varios premios. Amets trabaja como voluntario en la asociación Irungo Harrera Sarea (Red de Acogida de Irún). Esta asociación orienta a personas migrantes que llegan a la ciudad fronteriza desde otros lugares de España para continuar su camino hacia Europa. A Amets le gusta la tradición oral. De hecho, el bertsolarismo trata de eso, de contar historias en forma de versos, pero también de escuchar, porque en ocasiones la historia debe ser construida entre dos bertsolaris. Y eso es lo que hizo Amets con Ibrahima. Escuchar. Y luego ayudarle a poner por escrito su historia, porque Ibrahima apenas sabe leer. A través de Amets, que actúa como mero transcriptor del relato oral e intenta que llegue intacto a nosotras, Ibrahima nos narra su viaje geográfico y biográfico.

Nótese el paralelismo con nuestro día a día en la consulta. ¿Cuántas personas pasan por delante de nuestra mesa todos los días y arrastran una historia detrás, un relato de vida, que, además, la gran mayoría de las veces es dificultoso y casi siempre doloroso? Y nosotras somos las privilegiadas que podemos escucharlo. Tal y como hizo Amets con Ibrahim.

Cuando una persona migrante llega a nuestra consulta no nos quedemos solo en el síntoma. Si queremos entender su problema debemos pararnos a escucharla. Si además la ayudamos a construir un relato, a darle un sentido a lo que han vivido, estaremos dándole valor a sus vidas, a su persona, y estarán en mejores condiciones para continuar adelante con sus sueños. Incluso para nosotras como profesionales será beneficioso, desde el momento en el que nos daremos cuenta de que estamos rodeadas de personas increíblemente valientes.

Siento que ahora es a nosotras a quienes nos corresponde contar este relato, porque la tradición oral consiste en eso: primero escuchar para luego volver a contarlo. De ese modo las historias de personas invisibles como Ibrahima, pueden salir a la luz. Os animo a escucharlos.

P.S.: El título juega con la palabra miñán, que en la lengua de Ibrahima, el pular, significa hermanito, y en euskera se puede traducir como “en el dolor, en la nostalgia o el deseo”.

Balde I, Arzallus A. Hermanito – Miñán. Blackie Books; 2021. 144 p.

https://blackiebooks.org/catalogo/hermanito/

 

Marcos Ruiz Arellano

Médico de Familia del Grupo de Trabajo Inequidades en Salud y Salud Internacional de la namFYC

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