“Una pandemia es un momento de solidaridad entre comunidades, no de conflicto entre gobiernos”

A medida que se continúan sucediendo las últimas oleadas de la pandemia de COVID-19 en todo el mundo, muchos profesionales están investigando acerca de su origen, las condiciones para frenar su propagación, los tratamientos, los impactos a largo plazo en la salud y una gran variedad de todos los problemas relacionados. Las grandes publicaciones científicas nos van informando de los aumentos masivos en artículos enviados y en grandes proyectos de investigación. Todo ello representa una contribución fundamental a nuestro conocimiento colectivo y nos permitirá prepararnos mejor para futuras pandemias. Aunque, mirándolo con retrospectiva, ¿aprendimos los suficientes de las amenazas anteriores como el virus ZIKA o el SARS? En los países que en su momento se vieron afectados, ciertamente se aprendieron lecciones, pero en los países que se vieron menos afectados o donde el virus ni siquiera llegó, no se aprendió nada. En el caso de la COVID-19 todos los países del mundo se han visto afectados, al menos hasta el punto de intentar prevenir la transmisión y lidiar con los terribles efectos del virus.

Durante nuestros webinars regulares de WONCA, quedó claro que el acceso a una información fiable, contrastada y con evidencia actualizada era un problema para muchos miembros de nuestra comunidad global. Uno de los problemas claves fue el tratar de diferenciar la información confiable de las fake news o los rumores, hecho que provocó pánico. Todos y todas coincidimos en la importancia de compartir nuestro conocimiento y trabajar en estrecha colaboración con nuestros colegas profesionales en todo el mundo.

Este virus, aunque muy desagradable, ha generado un deseo, tal vez incluso una necesidad de trabajar codo con codo entre todos los países, especialidades y culturas, para ayudar a abordar problemas de importancia mundial. Una realidad importante y desafiante en un país puede convertirse rápidamente en importante y desafiante en muchos otros sitios.

Gran parte de los datos que ya están disponibles y que se están produciendo en todo el mundo se están cuestionando en términos de precisión (cifras de personas afectadas, detectadas y con resultados positivos, fallecimientos, grupos de personas particularmente vulnerables…). Poner en duda los datos y ser crítico no es algo malo en sí mismo, al contrario, eso anima a los países a garantizar la mejor precisión posible.

Por supuesto, existen diferentes métodos para contabilizar casos nuevos; diversos parámetros para interpretar el conjunto de los datos, y los diferentes países e incluso los diferentes estados dentro de un mismo país utilizan sistemas diversos. Hemos visto muchas críticas a muchos países por no haber compartido los datos reales, con algunas, hay que decirlo, loables excepciones. Sólo con la colaboración y el respeto mutuo es posible una respuesta duradera a esta pandemia.

Como escribió Richard Horton, editor de The Lancet, en su artículo reciente en UK Guardian Online: “En momentos de estrés geopolítico, seguramente es mejor intensificar y no debilitar las relaciones personales e institucionales. Seguramente es mejor construir un mejor entendimiento entre pueblos, identidades y etnias… Una pandemia es un momento de solidaridad entre comunidades, no de conflicto entre gobiernos (1)”. En su reciente libro ‘La catástrofe de la COVID-19: qué salió mal y cómo evitar que vuelva a suceder (2)‘, reitera la idea de que ‘una pandemia es un momento de conciliación, respeto y honestidad entre amigos’. Sugiere que “para mejorar la vigilancia de nuevas amenazas infecciosas, los países deben llegar a ver la salud no solo como una preocupación interna, sino como una cuestión de política exterior fundamental para su seguridad nacional. Colaborarán para garantizar que todos ellos avancen hacia el objetivo de la cobertura sanitaria universal, ya que la seguridad sanitaria individual es indispensable para la seguridad sanitaria mundial. 

Los países cooperarán para compartir datos y vencer la desinformación. Y encontrarán formas, poco a poco, de fortalecer su responsabilidad para cumplir con los estrictos requisitos del RSI ‘(Reglamento Sanitario Internacional de la OMS).

Podemos hacer mucho más que simplemente esperar a que esto suceda. Cada uno de nosotros, como médicos y médicas de familia que a nivel individual trabajamos con y para nuestros pacientes, podemos contribuir activamente a la recopilación y análisis de datos que conformarán nuestra preparación y nuestras futuras respuestas a los riesgos emergentes.

Nuestro objetivo, que hemos hecho público en muchas ocasiones, es el de lograr la cobertura de salud universal, basada en el acceso a una Atención Primaria integral de calidad, ofrecida por profesionales de salud calificados y capacitados. La mejora de los sistemas y servicios de Atención Primaria, junto con los mecanismos de derivación a la atención secundaria impulsados ​​clínicamente, proporcionará mejores herramientas y más informadas contra el enemigo real de toda esta crisis, un virus inesperado e insidioso que nos amenaza. La universalidad nos ayudará a lidiar con la amenaza continuada que estamos viviendo.

 

Donald Li

Presidente de la Organización Mundial de Médicos de Familia WONCA World

 

 

 

Referencias


 

  1. La amenaza del coronavirus debería encender la cooperación global, no una nueva guerra fría, The Guardian en línea 23.08.20
  2. La catástrofe de la COVID-19: qué salió mal y cómo evitar que vuelva a suceder, Richard Horton, Policy Press, 2020 ISBN-13: 978-1-5095-4645-9 / 4646-6 (pb)

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