Yo, médico rural; yo, médica rural

Ledaña, Villagonzalo o Lafortunada son algunas de las pequeñas localidades de España donde su médico o médica de familia es mucho más que un profesional sanitario. Es alguien de confianza. Una persona cálida, respetuosa y cercana, que sabe de su historia y la de sus familiares, mucho más allá de la anamnesis clínica estricta almacenada electrónicamente, y que a menudo tiene la posibilidad de ofrecer una atención más personalizada que en el ámbito urbano.

“En España, unos 15.000 facultativos ejercen la medicina rural” 

Se calcula que en el país hay unos 15.000 facultativos que ejercen la medicina rural, según datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos. Son los que desarrollan su profesión en municipios de menos de 15.000 habitantes —muchas de estas localidades pertenecen a la llamada España vaciada— y se estima que, de ellos, unos 4.500 se jubilarán en los próximos cinco años.

Fortalezas de la medicina rural 

A pesar de estas cifras, los jóvenes médicos y las jóvenes médicas de familia rurales, como María del Campo, que trabaja en Ledaña, en Castilla-La Mancha, y tiene unas 750 tarjetas asignadas, destacan las bondades de su profesión: “Al terminar la especialidad, fui pasando diferentes consultas tanto en el ámbito urbano como en el ámbito rural, así como por distintos centros de salud y consultorios. Esta etapa me permitió darme cuenta de que el lugar donde podía desarrollar la mayoría de las fortalezas de la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria era el ámbito rural, y en el momento que tuve la oportunidad de trabajar en un consultorio rural con perspectiva a largo plazo, no dudé y acepté convencida al 100%”.

Del Campo también describe las singularidades de ser médica rural: “La accesibilidad, la proximidad con la persona y su familia, formar parte activa de la comunidad y comprender el entorno nos ayuda a manejar la incertidumbre en muchas ocasiones y a optimizar los recursos de los que disponemos” y añade que “en el ámbito rural, hay que resaltar el significado del trabajo en equipo, con la enfermera de familia y comunitaria y la administrativa”.

“Durante los años de formación MIR, se debería realizar una rotación específica en el ámbito rural”

Por otro lado, esta médica de familia y vicesecretaria de la semFYC, sostiene que, para que los residentes y las residentes, y JMF se animen a trabajar en este campo “es importante que durante los años de formación MIR se realice una rotación específica en el ámbito rural, para conocer cómo es el trabajo diario, las oportunidades de desarrollo profesional que ofrece y, sobre todo, para poder entender la relevancia de la atención familiar y comunitaria dentro y fuera de la consulta”.

Un vínculo valioso con los pacientes

El estrecho vínculo que se establece con los pacientes es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la medicina rural: “A estas alturas, y después de casi cuarenta años, creo que la relación no puede ser mejor. Hemos formado una familia. Ellos me conocen, yo los conozco a ellos y a sus familiares (dos o tres generaciones), y siempre tengo presente esa parte tan difícil que es la idiosincrasia local”, afirma Guillermo Bernués, que ejerce en el Centro de Salud de Lafortunada, en el Pirineo Central, en Huesca, y que atiende a unos 500 pacientes distribuidos en siete núcleos diferentes que tienen entre 13 y 200 habitantes.

“Después de cuarenta años, hemos formado una familia con los pacientes” 

Precisamente, Bernués obtuvo, el pasado julio, la Medalla al Mérito Civil que otorga el Ministerio de Sanidad, algo que que entiende “como un reconocimiento personal claro y, sobre todo, como un reconocimiento a toda la Medicina de Familia, a todos los sanitarios, médicos y médicas, y enfermeras que trabajamos lejos de los hospitales y de los grandes núcleos de población”.

Faltan recursos para una atención más accesible

Uno de los aspectos que demandan más recursos en Medicina Rural es la accesibilidad: “Sabemos que se trata de un problema de primer orden y de difícil solución en muchas Comunidades Autónomas. Y existen honrosos intentos de solución, pero que no llegan a fraguar. Se deben seguir promocionando las zonas de difícil cobertura, e invertir en transporte e infraestructuras de mancomunidades”, apunta Ana Arroyo, que trabaja en el consultorio rural de Villagonzalo (Badajoz), atiende a unas 1.300 personas y durante las guardias cubre dos pueblos más de en torno a 2.000 habitantes cada uno.

Sobre las acciones que se deberían llevar a cabo a nivel político para impulsar la medicina rural, Teresa Méndez, coordinadora del Grupo de Trabajo de Medicina Rural de la semFYC, puntualiza que “hace falta más inversión real para la Atención Primaria y una apuesta firme por ella como eje del sistema sanitario, frente al hospitalocentrismo que se ha generado en este país” y añade que “esta necesidad adquiere especial relevancia en el ámbito rural, donde además hay que velar por la equidad y la accesibilidad al sistema sanitario con independencia de la localización geográfica”.

La Medicina Rural en la semFYC 

Méndez señala que en la semFYC “desde el GdT necesitamos generar ilusión e intentamos que la Medicina de Familia Rural y Comunitaria represente un espejo de referencia para otros ámbitos asistenciales y sea el motor del cambio hacia una Atención Primaria como verdadero eje del sistema sanitario”.

“Acompañamos, aliviamos y curamos a muchas personas en los sitios más recónditos del país”

Respecto a este grupo, la doctora Arroyo subraya que “desde sus inicios cuenta con un motor fundamental que es la pasión por la Medicina de Familia” y asevera que “somos conscientes de que somos capaces de grandes cosas, aunque resuenen sólo en nuestro entorno. Acompañamos, aliviamos y curamos a muchos seres humanos en los sitios más recónditos del país. La medicina rural garantiza ese derecho a la salud que tienen todas las personas”.

Ambas, Ana Arroyo y Teresa Méndez, explican que en el GdT de Medicina Rural de la semFYC se trabaja para hacer más visible la medicina rural, en todos los niveles dentro y fuera del Sistema Nacional de Salud, especialmente en la formación de pregrado y posgrado de Medicina y en Especialidades Biosanitarias.

Por otro lado, las jornadas de trabajo de medicina rural de la semFYC se han erigido como un punto de encuentro, debate y actualización en Medicina Familiar y Comunitaria a escala nacional.

Desde nuestra sociedad científica, apoyamos e impulsamos la medicina rural porque, tal y como sentencia Ana Arroyo, “es Medicina Familiar y Comunitaria con mayúsculas”.

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